La
victoria de las
fuerzas internacionalistas voluntarias cubanas sobre el régimen de
Sudáfrica, junto a los hermanos angolanos y namibios, condicionó la
caída del fascismo supremacista blanco, del apartheid nuclear, pues
se conocía que Sudáfrica disponía en su arsenal de una cantidad
tres veces mayor de bombas atómicas que las que lanzó EE. UU contra
niños, mujeres y ancianos en Hiroshima y Nagasaki.
Sin
embargo, cuando termina una guerra justa y victoriosa, comienza otra:
la guerra contra la tergiversación de la verdad, la guerra por la
verdad. Esta regularidad se cumple sobre todo después de las
victorias sobre el fascismo: Europa, 1945 y África, 1988. Y se
cumple otra: ambas victorias antifascistas las alcanzó el
Socialismo.
Tanto Mandela como Fidel denunciaron temprano la tergiversación de la verdad sobre la guerra de Angola e insistieron en la necesidad de preservar su historia limpia de manipulaciones. El primer presidente negro de Sudáfrica alertó que: “es un deber que no se borre de la memoria histórica esta página de solidaridad que cambió la historia del mundo”.
Y
en 2005, cuando se cumplió el 30 aniversario de la llegada de los
primeros internacionalistas cubanos a Angola, Fidel Castro llamó la
atención sobre este mismo asunto, cito: “la
heroica solidaridad de Cuba con los pueblos hermanos no ha sido
suficientemente conocida (…) aquella extraordinaria epopeya nunca
ha sido narrada cabalmente (…) el imperialismo yanqui realiza
un extraordinario esfuerzo para que el nombre de Cuba no aparezca
siquiera en los eventos conmemorativos. Para colmo,
pretende reescribir la historia: Cuba al parecer
nunca tuvo absolutamente nada que ver con la independencia de Angola,
la independencia de Namibia y la derrota de las hasta entonces
invencibles fuerzas del ejército del apartheid; Cuba ni
siquiera existe, todo fue obra de la casualidad y la imaginación de
los pueblos. El gobierno de Estados Unidos no tiene nada
que ver en absoluto con los cientos de miles de angolanos asesinados,
miles de aldeas arrasadas, millones de minas sembradas en
suelo angolano, donde constantemente cobran todavía muchas
vidas de niños, mujeres y civiles de ese país. Esto constituye un
insulto a los pueblos de Angola, Namibia y Sudáfrica, que tanto
lucharon, y una grosera injusticia contra Cuba, el único país no
africano que combatió y derramó su sangre por África y contra el
oprobioso régimen del apartheid”. Fin de la cita.
***
Se
comprenderá por qué, el pueblo cubano agradece a sus organizadores
el desarrollo de este encuentro, un gesto profundamente solidario,
necesario y fraternal. Uno más.
El
pueblo cubano agradece, por valioso y digno, el propósito de quienes
han posibilitado publicar en lengua griega, Cuba
y Angola: la guerra por la libertad,
testimonio del General de Brigada -retirado- Harry Villegas, a quien
su jefe Ernesto Guevara puso el nombre de guerra de “Pombo” en
1965, durante una de las misiones que ambos cumplieron.
Tanto
a los editores del libro, como a los organizadores de esta
presentación, llegue el más profundo agradecimiento en nombre de
los combatientes internacionalistas cubanos de la guerra de Angola. Y
llegue, desde su inmortalidad y gloria, el agradecimiento de los 2077
cubanos muertos en combate. Actos como este confirman, también desde
Grecia, que ellos no derramaron su sangre en vano.
A
las personas aquí presentes, la historia reservó un privilegio:
asistir al lanzamiento del primer libro editado en griego sobre la
lucha del contingente internacionalista voluntario cubano en la
guerra de Angola (1975-1991).
Leer
este libro será una manera de estar en los campos de batalla de la
epopeya anticolonialista, antiimperialista y antifascista del último
cuarto del siglo XX en África; será un camino para saber la verdad
sobre un hecho que se pretende manipular y tergiversar. Y será,
sobre todo, un arma para sumarse a la guerra por la verdad, que no es
tema menor.
El
libro del General Harry Villegas “Pombo”: Cuba
y Angola: la guerra por la libertad,
es una lectura imprescindible. El lector encontrará un índice
estructurado temáticamente en 8 capítulos, en los que se describen
heroicas batallas, como Cangamba o Cuito. En otros analiza el
internacionalismo de Cuba en África, la caída del imperio portugués
y la derrota de la primera invasión sudafricana de Angola. Un
capítulo analiza el papel de la UNITA y Sudáfrica en la guerra
irregular dentro de Angola, entre 1976 y 1987. Otro está dedicado a
las Misiones internacionalistas en Etiopía y Mozambique. Finalmente
se aborda el estratégico papel jugado por Fidel Castro en la
dirección de la guerra de Angola.
Harry
Villegas, “Pombo”, tiene un largo historial revolucionario y
combativo. Participó en actividades clandestinas contra la tiranía
de Fulgencio Batista, apoyada por Estados Unidos; con 17 años se
incorporó al Ejército Rebelde comandado por Fidel en la Sierra
Maestra; miembro de la Columna nro. 4 comandada por el Che. Con ella
participó en la estratégica batalla final de la Guerra de
Liberación, la Batalla de Santa Clara; jefe de la escolta del Che al
triunfo de la Revolución; marchó como voluntario a una misión
militar internacionalista y combatió en el Congo en 1965; durante
1966 y 1967 combatió en la Guerrilla del Che en Bolivia. Como se
sabe, en la quebrada de El Yuro cae el Che. Un grupo de tres cubanos
y dos bolivianos comandados por Pombo logran romper el fuerte cerco
de las tropas del ejército boliviano apoyadas por la CIA. Logra
pasar a Chile, y en 1968 retornar a Cuba.
En
los años ´70 fue designado Jefe de la Brigada de la Frontera, una
Unidad Militar cubana ubicada en el territorio cercano a la Base
Naval de Guantánamo, ilegalmente ocupada por Estados Unidos; entre
1977 y 1979 se desempeñó como Jefe del Regimiento de Infantería
Motorizada en la Región Norte de Angola y ayudó a dirigir la Misión
Militar Cubana en Angola (MMCA); en 1979 fungió como Jefe del
Regimiento de Infantería Motorizada de la División de Tanques de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); en 1981-1988 es designado
Enlace entre el Alto Mando Cubano en Angola y el Puesto de Mando
Especial de las FAR en La Habana, dirigido por Fidel Castro.
Luego
de la victoria de Cuito Cuanavale, en 1988, permanece en Angola como
Jefe de Operaciones de la MMCA. Culminó su misión en 1990,
conjuntamente con el Jefe de la MMCA, Héroe de la República de
Cuba, General de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintras Frías,
Ministro de las FAR y Jefe de la estratégica batalla de Cuito
Cuanavale.
“Pombo”
es Héroe de la República de Cuba desde 1995, máximo honor del
Estado cubano. Posee más de 50 medallas y condecoraciones. Fue
miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado
a la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba.
Tiene el privilegio de haber estado presente en la Sierra Maestra, en
la Columna del Che, en la Batalla de Santa Clara, en el Congo, en
Bolivia con el Che, en la Brigada de la Frontera, en la mayoría de
las etapas de la guerra de Angola. Fue testigo-protagonista
excepcional de la consolidación de la independencia de Angola, de la
independencia de Namibia y de la precipitación de la caída del
apartheid. Un humilde campesino oriundo de Yara, en el remoto Oriente
cubano.
Al
igual que cada miembro del contingente internacionalista cubano,
“Pombo” fue a la guerra de Angola de manera voluntaria y sin
recibir absolutamente nada personal a cambio. Era oficial. Dos veces
resultó herido. Se sabe que la cuarta parte de los cubanos caídos
en combates eran oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias,
desde el grado de sargento hasta el grado de General. Tan pronto como
el 11 de diciembre de 1975 cae en combate el primer General cubano
muerto en Angola, durante la batalla de Ebo, cuando una mina
antitanque destruyó su blindado, el General Raúl Diaz-Argüelles
¿Edad? 39 años.
Cuba
y Angola: la guerra por la libertad,
es un valioso testimonio, -entre otros existentes y otros que verán
la luz-, sobre la más relevante, arriesgada, estratégica y
brillante página del internacionalismo de la Revolución cubana: la
participación de un contingente voluntario de 381 432 soldados y
oficiales cubanos en la guerra por la Independencia nacional de la
República Popular de Angola, entre 1975 y 1991, a solicitud del
gobierno legítimo de dicha hermana nación africana, Presidido por
el fundador de la Independencia de Angola, Dr. Agostino Neto.
Este
libro, además de un valioso testimonio sobre una parte importante
de la epopeya cubana en África, constituye un tributo a los
combatientes internacionalistas cubanos que tomaron parte en esa
gesta, lo cual se añade al reciente reconocimiento que el pueblo
angolano y los pueblos de los países del África Austral ofrecieron
a los héroes y mártires cubanos y africanos que participaron en la
liberación de esas naciones africanas, reflejado en la aprobación
por la Asamblea Nacional de Angola y por la Comunidad para el
Desarrollo del África Austral (SADEC, siglas en inglés) de
considerar el 23 de marzo, fecha de la victoria en Cuito Cuanavale,
como el Día de la Liberación del África Austral. Este tributo fue
lanzado públicamente el pasado 23 marzo, durante la celebración del
31 Aniversario del triunfo en Cuito Cuanavale, en el que participaron
jefes de estado y representantes de los gobiernos de la SADEC, así
como el Primer Vicepresidente de Cuba Salvador Valdés Mesa, en
cumplimiento de la invitación que el presidente de Angola Joao João
Manuel Gonçalves Lourenço formulara al presidente Miguel Díaz-Canel
Bermúdez, para asistir a la mencionada conmemoración. Ocasión en
que se le entregó al pueblo cubano la medalla al Mérito Militar de
primer grado.
***
La
independencia de Angola en 1975 -luego de 500 años de colonialismo-,
dolorosamente no tuvo una ruta pacífica, porque nunca es pacífica
La Ruta del Esclavo. Debió conquistarse al precio de cientos de
miles de vidas, de los horrores de una larga guerra impuesta por los
intereses del imperialismo norteamericano.
Es
bien sabido que EE.UU organizó y puso en marcha un plan encubierto
para atenazar militarmente a Angola por el norte y por el sur,
utilizando al ejército de Sudáfrica (Sur), al de Zaire (Norte), a
la Unión Nacional para la Independencia Total del Angola (UNITA) de
Jonas Savimbi (Sur y centro, apoyada por la CIA y Sudáfrica) y al
Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) de Holden
Roberto (Norte, apoyado por la CIA y Zaire).
El
FNLA y la UNITA mantenían una larga, probada y estrecha relación
con la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Fueron bastamente
apoyadas militar, económica y técnicamente por EEUU. Una
inolvidable “curiosidad” es que, a veces en las noches claras, se
veían más satélites sobrevolar el estrellado cielo del Frente Sur
de Angola, que estrellas en el cielo.
Las
fuerzas patrióticas, independentistas, antimperialistas y
anticolonialistas angolanas eran mayoría, y contaban con una mayor
base social, estaban unidas en torno el Movimiento Popular de
Liberación de Angola (MPLA), presidido por su líder histórico el
doctor Agostino Neto, cuyo brazo armado eran las Fuerzas Armadas
Populares para la Liberación de Angola (FAPLA). Neto contaba con el
apoyo de los pueblos africanos y el reconocimiento del mundo, había
organizado y dirigido la resistencia de Angola durante años. Angola
era la más grande y rica colonia portuguesa en África.
En
1974 tiene lugar la llamada Revolución de los claveles en Portugal,
encabezada por jóvenes oficiales. Cae la dictadura fascista y el
imperio colonial. Portugal, que ya veía muy debilitado su poder en
Angola, Guinea Bissau, Cabo Verde, Sao Tomé y Príncipe y
Mozambique, especialmente tras la victoria guerra anticolonial en
Guinea Bissau, bajo la dirección de Amílcar Cabral, otorga la
Independencia a todas sus colonias africanas. Es fijada la fecha del
11 de noviembre de 1975 como día de la Independencia de Angola.
En
lugar de usar las prácticas pacíficas y democráticas para la lucha
política, las fuerzas imperialistas organizan una ofensiva militar
con el fin tomar de Luanda el día fijado para su Independencia,
convertir a Angola en un condominio de Zaire e implantar un gobierno
títere bajo la égida de Mobuto y del fascismo sudafricano.
En
correspondencia con dicha estrategia se puso en marcha una ofensiva
militar desde el norte: proveniente de Zaire (Congo) y Rodesia (ahora
Zimbabwue). Conforme al diseño yanqui, en octubre de 1975 la
República Sudafricana invade también Angola por el sur, con
columnas procedentes de la fronteriza y colonizada Namibia, las
cuales avanzaron hacia Luanda, a gran profundidad dentro de Angola,
en lo que sería la primera gran invasión sudafricana de Angola.
Se
juntaron dos grandes ofensivas: una desde el norte y otra desde el
Sur, con el fin de emparedar a Luanda y asfixiar militarmente a las
FAPLA -lo que tal vez hubiese sido prácticamente inevitable-, e
impedir militarmente la Independencia de Angola.
El FNLA de Holden Roberto y la UNITA de Savimbi participan en estas
ofensivas al lado de los invasores extranjeros.
Mobuto
Sese Seko, militar, cleptócrata y dictador de
la República
de Zaire,
a quien Ronald Reagan bautizó cínicamente como “luchador por la
libertad”, quería, en adición, anexionar a Zaire la provincia
angolana de Cabinda, muy rica en petróleo y otros importantes
recursos naturales.
Para
octubre de 1975, cuando comienzan los ataques e invasiones por el
norte y por el sur, sólo había en Angola un contingente de 480
instructores militares cubanos, que eran asesores de las FAPLA, no
eran unidades combativas.
Este
apoyo cubano a las FAPLA había sido coordinado desde 1965 por el Che
Guevara y Agostino Neto cuando la misión del Che, Pombo y otros
voluntarios cubanos en el Congo, aunque ya desde 1964 comenzó la
colaboración de Cuba con la lucha independentista en Angola y Guinea
Bissau, que consistió esencialmente en la preparación de cuadros,
envío de instructores y ayuda material. Particularmente en Guinea
Bissau, que logró su independencia de Portugal en 1974, unos 60
internacionalistas voluntarios cubanos, entre ellos 10 médicos,
permanecieron junto a las guerrillas durante 10 años, desde 1964.
En
los primeros ataques sudafricanos de 1975 y en desiguales combates,
ocho de los instructores cubanos perdieron la vida y siete resultaron
heridos, peleando junto a sus alumnos angolanos. Era la primera vez
que se juntaba sangre cubana y angolana para abonar la libertad de
ese sufrido país. Los sudafricanos perdieron seis carros blindados,
y nunca rebelaron la cifra de las cuantiosas bajas sufridas por sus
soldados.
Considerando
la grave situación creada hacia octubre de 1975, el gobierno
provisional de Angola solicitó ayuda militar a Cuba para frenar las
intervenciones extranjeras. Cuba, luego de dicha solicitud y sin
vacilar, organizó una urgente acción militar, cuyo nombre en clave
fue Operación
Carlota.
Según Fidel Castro, esta sería “la más justa, prolongada, masiva
y exitosa campaña militar internacionalista de nuestro país”.
Documentos oficiales norteamericanos desclasificados después
permiten saber que ni el presidente de EEUU, ni Kissinger, ni los
servicios de inteligencia de dicho país imaginaron la participación
de Cuba en esa lucha. Nunca un país del Tercer Mundo había actuado
en apoyo de otro pueblo en un conflicto militar más allá de su
vecindad geográfica. En este caso la ayuda se brindó a 12 mil
kilómetros de distancia. Según Nelson Mandela, “en la historia de
África es inédito que otro pueblo se haya alzado en defensa de uno
de nosotros”.
En
esencia, la decisión tomada por la Alta Dirección de la Revolución
cubana en octubre de 1975 se basó en que la vida de los instructores
cubanos que ya peleaban en Angola no se dejaría a su suerte, ni
tampoco la de los combatientes angolanos, menos aún la independencia
de Angola, luego de una larga lucha contra el imperialismo y el
fascismo. Con la adopción de esta decisión estratégica comenzó
la arriesgada y heroica Operación
Carlota,
hace ya 44 años, cuyo relato como participante directo nos regala
Pombo hoy en Atenas, en lengua griega.
Así,
una fuerza de 200 combatientes cubanos -de Tropas Especiales y además
6 dotaciones de Artillería Reactiva-, es enviada a Luanda por aire y
mar en completa disposición combativa. Llegan a Angola y entran en
combate de inmediato. Como resultado, las fuerzas invasoras que se
aproximaban a Luanda son detenidas o aniquiladas, y abandonan el
campo de batalla de manera desorganizada, en pánico, ante la
inesperada, eficaz y potente respuesta artillera cubana.
Esto
ocurrió un día antes del 11/11, pues aún el 10/11 se dirimía en
la batalla quien llegaría primero a Luanda al día siguiente.
Al
día siguiente Agostino Neto es proclamado presidente de Angola, y se
declara oficialmente la Independencia nacional de dicho país,
liderada por el MPLA.
A
finales de noviembre de 1975 se detuvo totalmente la agresión
enemiga en el norte y en el sur. Como parte de la Operación
Carlota,
unidades completas de tanques, artillería terrestre y antiaérea, y
unidades de infantería blindada hasta nivel de brigada, son
transportados hacia Angola por buques de la Marina Mercante cubana.
En abril de 1976 ya habían arribado 36 000 voluntarios cubanos,
quienes atacaron al enemigo principal por el sur y lo hicieron
retroceder hasta su punto de partida, la frontera entre Angola y
Namibia, mil kilómetros más abajo del punto a donde habían llegado
en la profundidad de Angola.
Por
el norte, en pocas semanas las tropas regulares de Mobuto y los
mercenarios fueron lanzados al otro lado de la frontera. Por el sur,
el 27 de marzo de 1976 el último soldado de Sudáfrica abandonó
tierra de Angola.
Después
de expulsar a los invasores y con una fuerte agrupación de tropas
cubanas sobre el terreno, desde abril de 1976 cambió
estratégicamente la correlación de fuerzas en Angola. Cuba era
partidaria de exigir a Sudáfrica un precio por su
aventura: la aplicación de la Resolución nro. 435
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la independencia de
Namibia.
El
gobierno soviético presionaba fuertemente solicitando la rápida
retirada cubana, preocupado por las posibles reacciones de
EE.UU. Tras serias objeciones de Cuba, no quedó otra alternativa que
aceptar, aunque sólo en parte, la demanda soviética. Ellos,
aunque no fueron consultados sobre la decisión cubana de enviar
tropas a la República Popular de Angola, habían decidido
posteriormente suministrar armamento para la creación del
ejército angolano y habían respondido positivamente
a determinadas solicitudes cubanas de recursos a lo largo
de la guerra. El propio Fidel dijo en 2005, cito, que “no
habría perspectiva posible para Angola sin el apoyo político
y logístico de la URSS después del triunfo”. Fin de a cita.
Ante
la situación creada en abril de 1976, Raúl Castro, entonces
ministro de las Fuerzas Armadas, viajó a Angola para analizar con el
presidente Neto la inevitable necesidad de proceder a la retirada
gradual y progresiva de las tropas cubanas, que sumaban 36.000
efectivos, en un lapso de tres años, tiempo que ambas partes, Cuba y
Angola, consideraron suficiente para formar un fuerte
ejército angolano. Mientras tanto, Cuba mantendría fuertes
unidades de combate en las alturas de la meseta central, a 250
kilómetros aproximadamente de la frontera con Namibia. Neto
comprendió los argumentos y accedió al programa de retirada de las
fuerzas cubanas.
Cuando
en marzo de 1977 Fidel Castro visitó Angola para felicitar
personalmente por la victoria a los combatientes angolanos y
cubanos, ya habían regresado a Cuba unos 12.000
internacionalistas, es decir, la tercera parte de las fuerzas.
El
plan de retirada se cumplía hasta ese instante según lo previsto.
Pero Estados Unidos y Sudáfrica no estaban satisfechos. El
empecinamiento de ambas potencias, las constantes intervenciones y
los ataques continuados, hicieron necesario el apoyo directo al
pueblo de Angola durante más de 15 años, a pesar de lo acordado en
el primer cronograma de retirada.
Las
masacres de Kassinga, Boma, Novo Katengue y Sumbe,
son escenarios de los crímenes del apartheid contra los pueblos de
Namibia, Zimbabwe, África del Sur y Angola, y ejemplos de la
solidaridad combativa cubana frente al enemigo común.
El
ataque y masacre en la ciudad de Sumbe es elocuente acerca
de sus criminales intenciones. Allí no había tropas cubanas
ni angolanas, solo médicos, profesores, constructores y otros
colaboradores civiles cubanos que el enemigo pretendía secuestrar.
Pero los civiles cubanos combatieron heroicamente junto a sus
hermanos angolanos, resistieron hasta que la llegada de
refuerzos puso en fuga al agresor. Siete civiles cubanos cayeron en
el desigual enfrentamiento.
De
estos hechos nos habla Pombo en Cuba
y Angola: la guerra por la libertad,
cuya lectura permitirá también conocer las diferencias en las
concepciones de estrategia y táctica entre cubanos y soviéticos.
Cuba formó
a decenas de miles de soldados angolanos y asesoró en la
instrucción y los combates a las tropas de ese país. Los
soviéticos asesoraban a la alta dirección militar y suministraban a
las Fuerzas Armadas angolanas las armas necesarias. Sin
embargo, determinadas acciones originadas en el asesoramiento
superior, según Fidel, cito, cito, “nos ocasionaron no pocos
dolores de cabeza. No obstante, siempre prevaleció entre
militares cubanos y soviéticos un gran respeto y profundos
sentimientos de solidaridad y comprensión”. Fin de la cita.
Los
estrategas soviéticos no asumieron la experiencia de la guerra
irregular, como hubiese sido deseable según las características de
la guerra en Angola, y se inclinaron por planificar grandes acciones
militares al estilo de operaciones puestas en práctica en otros
textos y contextos. Cuba alertaba sobre la necesidad y conveniencia
de garantizar pequeñas victorias sucesivas aplastantes, y discrepaba
de la concepción del Mando soviético de empeñarse en grandes
batallas, que a la postre -y es la verdad histórica-, fueron
exitosas cuando realista y escrupulosamente las organizó el Mando
cubano: la batalla estratégica de Cuito Cuanavale y la gran ofensiva
hacia la frontera con Namibia.
Es
un hecho que tuvieron lugar determinadas acciones militares diseñadas
por el Mando soviético, como los ataques a Mavinga o Jamba, con los
cuales Cuba no estuvo de acuerdo-, y que lamentablemente se saldaron
con la muerte de miles de soldados angolanos, quienes quedaron a boca
de jarro bajo el alcance -entonces impune- de la aviación
sudafricana que -todavía- controlaba el cielo.
Motivada
por razones fascistas e imperiales y envalentonada por algunos de los
citados errores estratégicos y tácticos, a finales de 1987 el
ejército de Sudáfrica, apoyado por Estados Unidos, invade por
segunda vez y en gran escala Angola, poniendo seriamente en peligro
su estabilidad.
Ante
la nueva y gravísima invasión, Cuba decide que ésta marcó el
momento de “cortarle las manos” definitivamente a Sudáfrica y
así evitar que “desbaratara” las fuerzas angolanas. Ello le fue
informado oportunamente como decisión -no en calidad de consulta- a
la URSS, durante una visita del canciller Eduard Shevarnadtse a La
Habana.
Fidel
Castro describió en 2005 de la siguiente manera la situación
creada, cuyos detalles son ampliados por Harry Villegas. Cito,
“Sudáfrica
y Estados Unidos -dijo Fidel-, lanzaron el último y más amenazador
golpe contra una fuerte agrupación de tropas angolanas que
avanzaba por terrenos arenosos en dirección a Jamba, en el
límite suroriental de la frontera de Angola, donde se
suponía radicaba el puesto de mando de Savimbi, ofensivas a las
que siempre nos habíamos opuesto si no se prohibía a Sudáfrica
intervenir a última hora con su aviación, su poderosa artillería y
sus fuerzas blindadas. Una vez más se repitió la conocida
historia. El enemigo, sumamente envalentonado, avanzaba
después en profundidad hacia Cuito Cuanavale, antigua base
aérea de la OTAN, y se preparaba para asestar un golpe mortal contra
Angola”.
Continúa
Fidel,
“Desesperadas
llamadas de apoyo a la Agrupación de Tropas Cubanas se producían,
por parte del gobierno angolano, ante el desastre creado, sin
duda el mayor de todos en una operación militar en la que, como
otras veces, no teníamos responsabilidad alguna….En un esfuerzo
titánico, pese al serio peligro de agresión militar que también se
cernía sobre nosotros, la alta dirección política y militar de
Cuba decidió reunir a las fuerzas necesarias para asestar un golpe
definitivo a las fuerzas sudafricanas”.
“Nuestra
patria repitió de nuevo la proeza de 1975. Un río de
unidades y medios de combate cruzó rápidamente el Atlántico y
desembarcó en la costa sur de Angola para atacar por el suroeste en
dirección a Namibia mientras, 800 kilómetros hacia el este,
unidades selectas avanzaron hacia Cuito Cuanavale y
allí, en unión de las fuerzas angolanas que se
replegaban, prepararon una trampa mortal a las poderosas fuerzas
sudafricanas que avanzaban hacia aquella gran base aérea”.
“Esta
vez se habían reunido 55 000 soldados cubanos en Angola. De este
modo, mientras en Cuito Cuanavale las tropas
sudafricanas eran desangradas, por el suroeste, 40.000 soldados
cubanos y 30.000 angolanos, apoyados aproximadamente por 600
tanques, cientos de piezas de artillería, 1.000 armas antiaéreas, y
las audaces unidades de MIG-23 que se apoderaron del dominio aéreo,
avanzaban hacia la frontera de Namibia, dispuestas a barrer
literalmente a las fuerzas sudafricanas que se acuartelaban en
aquella dirección principal”.
“Las
victorias en Cuito Cuanavale, y sobre todo el avance
fulminante de la potente agrupación de tropas cubanas en el suroeste
de Angola, pusieron punto final a la agresión militar extranjera. El
enemigo tuvo que tragarse su habitual prepotencia y sentarse a la
mesa de conversaciones. Las negociaciones culminaron con
los Acuerdos de Paz para el Suroeste de África, firmados por
Sudáfrica, Angola y Cuba en la sede de la ONU en diciembre de 1988”.
Fin de la cita.
Varios
hechos importantes daban cuenta de un cambio radical e irreversible
en la correlación de fuerzas sobre el terreno: por un lado la
aplastante victoria en la batalla de Cuito Cuanavale, pero sobre
todo, los desplazamientos hacia la frontera con Namibia por parte de
varias Brigadas de Tanques con sus respectivos Grupos Tácticos
Operativos, que totalizaban unos 600 medios blindados pesados. A esto
se suma la conquista del control aéreo del sur, con la construcción
en 10 semanas de un nuevo aeropuerto militar en Cahama, desde el cual
se incrementó el radio de vuelo de la aviación de combate hasta más
allá del norte de Namibia, además de una fuerte presencia de medios
defensivos antiaéreos de todo tipo, complejidad y alcance, que cerró
el cielo sobre el sur de Angola y lo hizo prácticamente invulnerable
En
esta situación, el 26 de mayo de 1988 el jefe de las fuerzas armadas
sudafricanas anunció que “fuerzas cubanas y de la SWAPO
fuertemente armadas, integradas por primera vez, han avanzado hacia
el sur a unos 60 kilómetros de la frontera con Namibia”. El 26 de
junio el administrador general sudafricano de Namibia reconocía que
MIG-23 cubanos estaban volando sobre Namibia, un cambio dramático de
aquellos tiempos en que los cielos le pertenecían a las Fuerzas
Armadas Sudafricanas. Y añadía que “la presencia de los cubanos
había provocado una oleada de ansiedad en Sudáfrica”1.
Obviamente, entre las fuerzas defensoras del apartheid.
En
efecto, una poderosa agrupación de Brigadas de Tanques, que contaba
con varias decenas de miles de soldados, miles de medios de todo
tipo, incluida aviación de combate y transporte, una fuerte
artillería terrestres y antiaérea, servicios médicos, entre otros,
estaba lista moral, política, logística y técnicamente, en espera
de la orden para iniciar la ofensiva hacia la frontera con Namibia,
bastión del ejército sudafricano fascista e invasor.
Esta
ofensiva había sido entrenada, sus rutas exploradas y aseguradas,
los objetivos de cada una de las unidades independientes con
capacidad táctica combativa fueron definidos y entrenados, con un
alto nivel de eficacia.
El
día 27 de junio de 1988 tuvo lugar una acción aérea relámpago
contra las fuerzas sudafricanas de ocupación que estaban asentadas
dentro de Angola, en las hidroeléctricas de Calueque y Racuaná,
donde quedaría inscrito en la piedra: “los MIGs-23 nos partieron
el corazón”. La
CIA informó que “la manera exitosa con que Cuba ha utilizado su
fuerza aérea y la aparente debilidad de las defensas antiaéreas de
Pretoria subrayaban el hecho de que la Habana había logrado la
superioridad aérea en el sur de Angola y en el norte de Namibia”2.
Los
días posteriores al bombardeo de Calueque y Racuaná fueron tensos
pero firmes en el Frente Sur, en espera de un contraataque de
ejército sudafricano. Pero no se produjo. Como demostraron los
hechos sobre el terreno, ante la extrema gravedad de su situación
militar y política, Sudáfrica se retira.
Según
Piero Gleijeses3,
profesor de política exterior de Estados Unidos en la Escuela de
Estudios Internacionales Avanzados (SAIS), de la Universidad Johns
Hopkins, al
terminar una ronda de las negociaciones en marcha -El Cairo-, Chester
Crocker, secretario de estado adjunto para África de los Estados
Unidos, envió un cable al secretario de Estado George Shultz,
diciendo que, “las conversaciones habían tenido como telón de
fondo la tensión militar creciente por el avance hacia la frontera
de Namibia de tropas cubanas fuertemente armadas en el suroeste de
Angola. El avance cubano en el suroeste de Angola ha creado una
dinámica militar impredecible”, informó Crocker a su gobierno.
Según
Piero
Gleijeses, la
gran pregunta era entonces la siguiente: ¿se detendrían los cubanos
en la frontera (de Angola con Namibia)? Para obtener la respuesta a
esta pregunta, Chester Crocker se dirigió a Jorge Risquet, quien
presidía la delegación cubana, y a quien preguntó directamente:
“¿Cuba tiene la intención de detener su avance en la frontera
entre Namibia y Angola?”.
Jorge
Risquet le contestó de la siguiente manera: “si yo le dijera que
no van a detenerse, yo estaría profiriendo una amenaza. Si yo le
dijera que van a detenerse, yo le estaría dando un meprobamato, y yo
ni quiero amenazar ni quiero darle un calmante, lo que he dicho es
que solo los acuerdos sobre la independencia de Namibia pueden dar
las garantías”.
Durante
las negociaciones cuatripartitas la parte sudafricana planteó
inicialmente la posición de “retirarse a Namibia”, y no la de
“reiterarse de Namibia”. La delegación cubana debió esclarecer
la situación, dejando por sentado radicalmente: “la
época de las aventuras militares, las agresiones impunes, de las
masacres de refugiados ha finalizado…Sudáfrica está actuando como
si fuera un ejército vencedor en vez de lo que es en realidad: un
ejército agresor golpeado y en discreta retirada. Sudáfrica debe
comprender que no obtendrá en esta mesa de negociaciones lo que no
pudo lograr en el campo de batalla”.
Como
es conocido, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba estaban
presentes en las negociaciones, así como la representación legítima
del Gobierno Revolucionario de Cuba, junto al gobierno de Angola. A
propósito, recuérdese que cuando se firma el tratado de París en
1898, sobre la finalización de la guerra
Hispano-cubano-norteamericana, los EE. UU se opusieron férreamente a
la presencia de Cuba en dicho Tratado. Y jamás EE. UU reconoció a
los patriotas cubanos como “nación beligerante” en sus guerras
contra España.
EE.
UU quiso también evitar por todas las vías la presencia de Cuba en
la mesa de negociaciones sobre Angola, Namibia y Sudáfrica, hasta
que la correlación de fuerzas en el terreno militar dijo la última
palabra y fue imposible excluir a Cuba. Según escribió Chester
Crocker, también jefe de los “negociadores” norteamericanos en
las conversaciones cuatripartitas, cuando él vio entrar en la sala a
los representantes de Cuba, comprendió que “la negociación estaba
a punto de cambiar para siempre”, y en un cable que envió a
Schultz el 25 de agosto de 1988, le informó: “descubrir lo que
piensan los cubanos es una forma de arte. Están preparados tanto
para la guerra como para la paz. Hemos sido testigos de un gran
refinamiento táctico y de una verdadera creatividad en la mesa de
negociaciones. Esto tiene como telón de fondo las fulminantes
acciones de Castro y el despliegue sin precedentes de sus soldados en
el terreno”.
Aquí
es oportuno recordar la observación hecha por Fidel durante su
segunda visita a Luanda, en1986, cito: “El imperialismo, el
fascismo y el apartheid -dijo-, encuentran hoy fuerzas cubanas y
angolanas multiplicadas muchas veces. Ese es el fruto directo de las
agresiones imperialistas. Así hay que responder siempre a las
agresiones imperialistas, así hay que sacar siempre la cosecha de
las agresiones imperialistas. Y si en todas partes se respondiera
siempre así a las agresiones imperialistas, es posible que tal vez
ya no hubiera siquiera imperialismo. Claro, el imperialismo no será
eterno. Pero es fuerte, es poderoso. Pero si sabemos responder con
patriotismo y con internacionalismo, algo sí puede asegurarse con
absoluta certeza: que la supervivencia del imperialismo será mucho
más breve”. Fin de la cita.
También
Cuba había planteado acertadamente sus exigencias en el campo
diplomático durante los años de guerra en Angola. Si por un lado
los imperialistas vinculaban la independencia de Namibia a la
retirada de las tropas cubanas, Cuba y Angola plantearon estar
dispuestos a acatar la Resolución 435 de las Naciones Unidas sobre
la independencia de Namibia, pero aceptando retirar una parte, no
todas las tropas. Cuba planteó que, si bien la independencia de
Namibia era importante y justa, más importante, justa y decisiva
—porque de ello depende todo lo demás para el futuro, para la
seguridad y para la independencia del África austral— era la
desaparición del apartheid.
Sobre
este particular expresaría Fidel, cito, “cuando nosotros
planteábamos esto estábamos estableciendo otra forma de vincular.
Ellos quieren vincular la salida de las tropas cubanas de Angola con
la independencia de Namibia y nosotros vinculamos la salida de las
tropas cubanas de Angola con el cese y la desaparición del
apartheid…estamos absolutamente seguros de que el día que no
exista el apartheid no hará falta un solo soldado cubano en África
ni en ningún otro país de la Línea del Frente. Cuando desaparezca
el apartheid, desaparecerá automáticamente la colonización y
ocupación de Namibia, desaparecerán automáticamente todas las
amenazas que el fascismo implica para todos los países de la Línea
del Frente y para todo el África”, y por eso “expresamos nuestra
disposición de permanecer aquí hasta que ese cáncer sea
extirpado”.
“Se
retirarán los soldados un día. Mas no se retirarán los médicos,
no se retirarán los maestros, no se retirarán los colaboradores en
la construcción y en las variadas esferas de la economía y los
servicios de Angola, porque este país tendrá que recuperarse,
tendrá que reconstruir, tendrá que restañar las heridas de tantos
años de guerra. Y cuando tengamos menos soldados, podremos tener más
médicos, más profesores, más maestros y más colaboradores
civiles”. “¡Ese día llegará también! Ese día cuando no hagan
falta los combatientes por la independencia, por la libertad, por la
revolución, les harán entonces más falta que nunca los
combatientes por la paz. O los combatientes de la paz. Pioneros en el
combate por la paz para los pueblos del África austral han sido
nuestros soldados”. Fin de la cita.
Y
ese día llegó.
La
misión internacionalista de los voluntarios cubanos estaba
cabalmente cumplida. Los combatientes iniciaron el regreso a la
patria llevando consigo únicamente la amistad del pueblo angolano,
las armas con que combatieron con modestia y valor a miles de
kilómetros de su patria, la satisfacción del deber cumplido y los
restos gloriosos de los hermanos caídos. Su aporte resultó decisivo
para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia.
Fue además una contribución significativa a la liberación de
Zimbabwe y la desaparición del régimen del apartheid en Sudáfrica.
Para
Fidel, “el cumplimiento de los deberes internacionalistas nos ha
dejado lecciones, nos ha dejado valores, nos ha dejado virtudes. Por
tanto, en vez de esperar las gracias de aquellos con los que hemos
colaborado, en vez de esperar las gracias de aquellos con los que
hemos cumplido nuestros deberes internacionalistas, debemos decirles
a nuestros hermanos: ¡Gracias! ¡Gracias porque el cumplimiento de
estos deberes nos ha hecho mejores, porque el cumplimiento de estos
deberes nos ha hecho más dignos, porque el cumplimiento de estos
deberes ha hecho a nuestro pueblo más grande!”. Fin de la cita.
El
alcance histórico de la epopeya internacionalista cubana fue más de
una vez resaltado por Nelson
Mandela, gracias a cuya lucha integradora al frente del Congreso
Nacional Africano, y del pueblo negro de Sudáfrica, surgiría la
nueva Sudáfrica, una nación no supremacista ni racial. Sudáfrica
era y es una potencia regional, que, en 1991,
cuando termina la guerra, producía el 50 por ciento de la
electricidad del continente, el 85 por ciento del acero y el 97 por
ciento del carbón; que transportaba el 69 por ciento de toda la
carga ferroviaria, poseía el 32 por ciento de todos los vehículos
motorizados y el 45 por ciento de los caminos pavimentados del
continente.
Sudáfrica
es un país
hermano de Cuba. No
sin razón, Cuba sería el primer país visitado por el presidente y
hermano Nelson Mandela (1991). Y en septiembre de 1998 Fidel Castro
hizo una histórica visita a Sudáfrica.
“Para
el pueblo cubano -dijo Mandela en Cuba en 19914
-, el internacionalismo no es simplemente una palabra, sino algo que
hemos visto puesto en práctica en beneficio de grandes sectores de
la humanidad. Nosotros en África estamos acostumbrados a ser
víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o
subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe
otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de
nosotros. Yo me encontraba en prisión cuando por primera vez me
enteré de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas
le estaban dando al pueblo de Angola —en una escala tal que nos era
difícil creerlo— cuando los angolanos se vieron atacados en forma
combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA financiado por la CIA,
los mercenarios y las fuerzas de la UNITA y de Zaire en 1975”.
“¡La
aplastante derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale
constituyó una victoria para toda África! ¡…dio la posibilidad a
Angola de disfrutar de la paz y consolidar su propia soberanía! ¡…le
permitió al pueblo combatiente de Namibia alcanzar finalmente su
independencia! ¡La decisiva derrota de las fuerzas agresoras del
apartheid destruyó el mito de la invencibilidad del opresor blanco!
¡La derrota del ejército del apartheid sirvió de inspiración al
pueblo combatiente de Sudáfrica! ¡Sin la derrota infligida en Cuito
Cuanavale nuestras organizaciones no hubieran sido legalizadas! ¡La
derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy
yo pueda estar aquí con ustedes! ¡Cuito Cuanavale marca un hito en
la historia de la lucha por la liberación del África austral!
¡Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al
continente y a nuestro país del azote del apartheid!”
Para
Mandela, “los
internacionalistas cubanos, hicieron una contribución a la
independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene
paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan.
Pero la lección más importante que ustedes pueden ofrecernos
-dijo-, es que no importa cuáles sean las adversidades, no importa
cuáles sean las dificultades contra las que haya que luchar, ¡no
puede haber jamás claudicación! ¡Es un caso de libertad o muerte!”
Años
después, en 2005, la Sra. Thenjiwe Mtintso, embajadora de Sudáfrica
en Cuba, expresaría una importante idea sobre el significado
histórico de esta batalla conjunta entre cubanos y africanos contra
el fascismo, vista a la luz de la actualidad y del futuro: “hoy
Sudáfrica tiene muchos nuevos amigos -dijo Mtintso- Ayer estos
amigos se referían a nuestros líderes y a nuestros combatientes
como terroristas y nos acosaban desde sus países a la vez que
apoyaban a la Sudáfrica del Apartheid. Esos mismos amigos hoy
quieren que nosotros denunciemos y aislemos a Cuba. Nuestra respuesta
es muy simple: es la sangre de los mártires cubanos y no de estos
amigos la que corre profundamente en la tierra africana y nutre el
árbol de libertad en nuestra Patria”.
***
El
pueblo cubano es un pueblo de paz. Su fuerza no radica en sus armas.
Radica en sus ideas y principios. Sería un error pensar que al
pueblo cubano lo mueven sentimientos guerreristas y ofensivos.
Existen
importantes factores históricos que habilitan la compresión del
espíritu y la práctica internacionalista del pueblo cubano, que no
son factores militares, de los cuales vale la pena resaltar dos:
nuestra sentida deuda histórica con los ancestros africanos -de los
que venimos- y la existencia de una cultura de la solidaridad como
rasgo de nuestra Nación.
La
deuda histórica con nuestros ancestros africanos.
El
flagelo de “los descubrimientos” geográficos con fines de
conquista y apropiación colonial conllevó a la extinción de las
poblaciones aborígenes en América, a las colonizaciones masivas y
la esclavitud; las agresiones y ocupaciones de países por potencias
extranjeras saquearon en gran escala los recursos naturales; el
capitalismo, el imperialismo, el fascismo y el apartheid, provocaron
la desigual distribución de las riquezas, las hegemonías, y
generaron criminales diferencias económicas, políticas, culturales,
raciales, étnicas y humanas en la civilización.
Una
prueba de ello es que setenta millones de indios fueron exterminados
en el hemisferio americano por la explotación despiadada, el trabajo
esclavo, las enfermedades importadas, o el filo de la espada de los
conquistadores. Otra prueba es que doce millones de africanos fueron
arrancados de sus aldeas, de sus hogares y trasladados a América
repletos de cadenas para trabajar como esclavos en las
plantaciones, sin contar los millones que se ahogaron o murieron en
las travesías.
Los
viajes de África a Cuba, de acuerdo con los vientos, podían demorar
en aquellos veleros cargados de “piezas africanas”, como se les
llamaba a los negros y negras esclavos, hasta ochenta días. Existen
testimonios de los horrores del hacinamiento de las negradas en
aquellas travesías: falta de aire, de comida, llenos de orines y
excrementos, epidemias y todo género de sufrimientos. En otros
casos, cuando se desataban epidemias o el barco podía ser capturado,
simplemente echaban al agua a aquellos infelices para que murieran
ahogados.
Cuando
los negros llegaban a Cuba y los encerraban en los barracones,
generalmente los marcaban con un hierro caliente al rojo vivo para
indicar el nombre de su nuevo dueño. Si algunos africanos rebeldes
se negaban a comer, los traficantes les quemaban los labios con
carbones ardientes. A quienes se rebelaban o alzaban, peleando hasta
morir, los descuartizaban y colgaban sus cabezas a la vista de todos
como escarmiento. Eso le hicieron a Carlota, la negra africana que se
rebeló contra los esclavistas en el ingenio Triunvirato de Matanzas.
La descuartizaron y colgaron su cabeza en un palo. No en vano en 1975
su nombre dio origen a la Operación
Carlota.
Se
comprenden entonces mejor las palabras de Fidel ante el Paramento de
Sudáfrica en septiembre de 1998: “Sobre la conciencia del
Occidente civilizado y cristiano, como gusta de calificarse a sí
mismo, pesan muchos crímenes en la historia. No
solo aquellos que en Sudáfrica idearon y aplicaron el
sistema del apartheid, tienen que sentir sobre ellos todo el peso de
la culpa”.
La
esclavitud en América, tragedia humana, fue alimentada por el
comercio de esclavos africanos por parte de potencias europeas entre
los siglos XVI y XIX.
Desde 1517 el rey Carlos I de España firmó el permiso para la
introducción de esclavos africanos en las islas caribeñas. Cuba fue
un territorio “descubierto”, ocupado, apropiado, saqueado, su
población aborigen fue extinguida, fue colonizado y convertido en un
país de esclavos. Ya en 1518 había esclavos en Cuba. Hasta 1763
habían entrado 60 000. Entre esta fecha y 1886, año en que se
abolió la esclavitud, entró casi un millón de esclavos africanos.
En 1867,
un año antes de que se iniciara la Guerra de Independencia, había
345 741 esclavos africanos. Si
se desea comparar, téngase en cuenta -según algunas fuentes-, que
en la gran polis de Atenas de la época clásica vivían en torno
a 430.000
habitantes.
No se conoce de forma segura el porcentaje que los esclavos
representarían del total, pero las cifras más altas hablan de hasta
un 35%. Así, se estima que solo en la poli ateniense había entre
60.000 y 150.000 esclavos.
El 27
de diciembre de 1868, Carlos
Manuel de Céspedes,
en su condición revolucionaria de Capitán General de la Revolución
diría: “La revolución de Cuba, al proclamar la independencia de
la patria, ha proclamado con ella todas las libertades, y mal podría
aceptar la grande inconsecuencia de limitar aquellas a una parte de
la población del país. Cuba libre es incompatible con Cuba
esclavista y la abolición de las Instituciones debe comprender y
comprende por necesidad y por razón de la más alta justicia la de
la esclavitud como la más inicua de todas”.
En
el continente americano los esclavos africanos fueron los primeros en
sublevarse contra la dominación colonial desde el siglo XVI. Grandes
sublevaciones en Jamaica, Barbados y otros países tuvieron lugar en
las primeras décadas del siglo XVIII, mucho antes de la sublevación
de los colonos norteamericanos a fines de ese propio siglo. La
primera república en América Latina fue creada por los esclavos de
Haití. En Cuba, años después, heroicas y
masivas sublevaciones de esclavos tuvieron lugar. Los
esclavos de origen africano señalaron el camino de la libertad en
América y en particular en Cuba. Fueron inspiradores de nuestra
libertad. De
modo que la deuda histórica con sus ancestros africanos es un
sentimiento que subyace en el alma de Cuba. Son parte de nuestras
raíces como Nación. Lo mismo sucede con nuestras raíces españolas.
El
ejercicio de una solidaridad concreta hacia las causas nobles de la
humanidad, como la independencia nacional y la justicia social, fue,
es, y con seguridad seguirá siendo un rasgo de la Nación cubana
desde los siglos pasados.
15
Cuando
en 1780, durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos,
las tropas de George Washington se empantanaron en una terrible
situación económica que le impedía adquirir suministros bélicos,
alimentos, medicinas y ropa, el General Jean Baptiste Rochambeau,
Comandante de las fuerzas francesas aliadas que luchaban junto a EEUU
por su Independencia de Inglaterra, envió un mensaje al capitán de
una flota francesa entonces anclada en Haití, implorando fondos: “No
voy a ocultarle -dijo el Comandante francés-, que los seguidores de
Washington están al quedarse sin recursos y que este no tendrá ni
la mitad de las tropas que necesita para defender Virginia”.
En
estas dramáticas condiciones, los franceses radicados en el entonces
muy próspero y colonial Haití, le respondieron así a su
coterráneo: “Nous
n`avons pa´s d´argent”.
La flota navegó a la Habana y allí informó de la desesperada
situación de la revolución en EEUU. De inmediato se organizó una
colecta.
El
grupo “Damas de la Habana” reunió y donó 1 millón 200 mil
libras de plata, equivalente hoy a 25 millones de dólares. Fue un
aporte voluntario de los habitantes de La Habana, Matanzas y Pinar
del Río a la guerra por la Independencia de Estados Unidos contra
una potencia extranjera ocupante. La contribución desinteresada
permitió continuar las acciones bélicas. Según historiadores,
cuando la fragata que transportó el dinero llegó a Virgina en
septiembre de 1781 y George Washington conoció de la noticia sobre
el regalo procedente de La Habana, perdió su sobria y habitual
compostura, y en señal de alegría se quitó el sombrero y lo arrojó
al aire.
Algo
más de un mes después, el 31 de octubre de 1781, tuvo lugar la
batalla de Yorktown, decisiva para la Independencia de los Estados
Unidos. Ese día el general Charles Cornwallis, jefe de las tropas
inglesas, entregó su sable al general Washington. Había terminado
la guerra de independencia. Está documentado, además, que existe
una relación de 27 cubanos que hicieron préstamos por valor de 4
millones 520 mil dólares a la guerra de independencia de los Estados
Unidos contra Inglaterra.
26
La
sangrante guerra civil española de
1936-1939: hito del internacionalismo revolucionario.
“Yo
me voy a España ahora, a la revolución española, donde palpitan
las angustias del mundo entero de los oprimidos”.
Estas palabras de Pablo de la Torriente Brau, periodista y
voluntario cubano de 35 años, muerto con las armas en la mano
luchando en las cercanías de Madrid, quien llegó a ser comisario
político en la Décima Brigada Mixta, simbolizan el sentir de los 1
225 voluntarios cubanos que fueron a pelear contra el fascismo en las
filas republicanas durante la guerra civil española de 1936-1939.
Otra investigación habla de la participación de 1 412 cubanos, y
también lo ubica como el mayor contingente nacional entre los 54
países que aportaron combatientes a la gesta y un hecho curioso es
que incluso 15 turistas cubanos que estaban visitando la Exposición
Universal de París se sumaron a las Brigadas Internacionales y
fueron a pelear por la República.
No
hubo rencores. Esta nueva España que generó tanta solidaridad en
Cuba, no era ya para el imaginario de los voluntarios
internacionalistas antifascistas cubanos la España colonial y
esclavista contra la que Cuba libró dos Guerra por su Independencia.
Un centenar de cubanos perdió la vida en dicha contienda y 130
fueron ascendidos a grados de oficiales.
En
Cuba, además, había sido creada la Asociación Nacional de Ayuda al
Pueblo Español. Quienes no se movilizaron hacia España aportaron,
en muchos casos, lo poco que tenían, por lo que existió un flujo
permanente de dinero o especies, provenientes de pequeñas
aportaciones a lo largo de toda la isla. Fueron enviadas a las filas
republicanas toneladas de leche en polvo, azúcar o tabaco. Fue
creado también el Comité de Ayuda al Niño Español, que logró
instalar una escuela-hogar infantil cerca de Barcelona, bajo el
nombre de Pueblo de Cuba, a la que dotaron además de una camioneta y
una ambulancia. Esta ayuda pudo extenderse a los cientos de niños
evacuados en Francia o México.
3
Tres
cubanos integraron el Ejército Rojo durante la Gran Guerra Patria en
la URSS (1941-1945), cayendo dos en combate. Durante la liberación
de Polonia murió Enrique Vilar, siendo comandante de un pelotón de
fusileros. Aldo Vivó moriría en combate contra los fascistas
durante el bloqueo a Leningrado, y su hermano Jorge Vivó
sobreviviría después de ser evacuado a Kazajistán gravemente
herido.
4
Cuba
ha combatido tanto por la libertad como por la construcción pacífica
de África.
La primera brigada de ayuda médica cubana prestó sus servicios en
África, en 1963 (Argelia). Cuba creó universidades de medicina en
Etiopía, Uganda, Ghana, Gambia, Guinea Ecuatorial, Guinea-Bissau. El
programa Operación Milagro abarca pacientes del continente africano.
En 2014, ante el pedido de la ONU y la Organización Mundial de la
Salud, 262 médicos y enfermeras cubanos partieron a Sierra Leona,
Guinea y Liberia a combatir el Ébola, permaneciendo en la región
por 7 meses, hasta controlar la epidemia. Gracias al método
educacional “Yo sí puedo”, más de 2,5 millones de personas han
aprendido a leer y a escribir en Mozambique y 1,4 millones en Angola.
En los centros de enseñanza de Cuba se han graduado ya 26 294
profesionales y técnicos africanos, y se han adiestrado 5 850. Al
mismo tiempo, 80 524 colaboradores civiles cubanos, de ellos 24 714
médicos, estomatólogos, enfermeras y técnicos de la salud,
profesores, maestros, ingenieros y otros profesionales y trabajadores
calificados, han prestado servicios internacionalistas en África.
***
La
deuda histórica con sus ancestros y la cultura de la solidaridad
como un rasgo de su Nación, son dos factores históricos que
habilitan la compresión del espíritu internacionalista del pueblo
cubano en la guerra de Angola y dos factores que rebasan las
urgencias de una guerra, porque son aplicables también a la paz y a
la vida. Este
sentimiento de solidaridad fue llevado a su máxima expresión por la
Revolución cubana de 1959, que lo elevó desde el estatus de
filantropía y caridad, al de justicia social y amor, lo convirtió
en un principio político, social y económico, vista la solidaridad
como una doctrina y una práctica del Socialismo, como un deber de la
especie humana con la especie humana. Es la esencia de la obra de
Harry Villegas “Pombo”, “Cuba
y Angola: la guerra por la libertad”.
***
1Piero Gleijeses. Cuito Cuanavale: La batalla que terminó con el Apartheid. Cubadebate. 23 marzo 2013.
2Ibidem.
3Ha publicado entre otros libros: “Visiones de la Libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la lucha por el sur de África, 1976-1991
4Nelson Mandela. África tiene una gran deuda con Cuba https://www.elviejotopo.com/topo.com
5Cubanos en la Independencia de Estados Unidos https://alainet.org
6Vicente González Vicente. Aquellos mil cubanos. 4 de diciembre de 2016; Cuba, el país con más voluntarios en la Guerra Civil española https://laiformacion.com/arte cultura y espectáculos/historia/; Cubanos en la Guerra Civil Española, historia semiolvidada, Granma, 25 de diciembre de 2013; Milena Rodríguez Gutiérrez (Universidad de Granada). Los cubanos ante la guerra civil española. Número 15, Año 2015; Mirtha Núñez Díaz-Balart. Los voluntarios cubanos en la guerra civil española. Publicado en Historia de Cuba.
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