José Julián Martí Pérez, el Héroe Nacional y Apóstol de la indepedencia de Cuba, y además destacado escritor, pedagogo, periodista, diplomático, filósofo y humanista con gran influencia en la cultura latinoamericana en su conjunto, falleció un día como mañana, el 19 de mayo de 1895. Fue en Dos Ríos, en una de las primeras batallas de la Segunda Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898) contra el Imperio Español.
Aunque el General Máximo Gómez ordena a Martí
que quede atrás para salvaguardarlo del fuego enemigo, él se separa del grueso de
las tropas, y avanza al frente custodiado por un soldado solamente. Los
españoles abren fuego y Martí se cae. Tuvo solo 42 años de edad.
La vispera de su caída en el campo de
batalla, José Martí escribe la carta famosa a su amigo cordial Manuel Mercado.
En esa, proféticamente advierte que es imprescindible “impedir a tiempo con la indepedencia de Cuba que se extiendan por las
Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras
de América”.
Esta profecía triste fue cumplida solo 3 años después, porque a pesar de que los patriotas cubanos ganaron la guerra de independencia, los Estados Unidos se beneficiaron de la derrota de España y prácticamente convirtieron Cuba a su protectorado, hasta el fin de la tercera guerra de la independencia, la campaña de los barbudos del Comandante en Jefe Fidel Castro, quienes entraron triunfantes en La Habana el primero de enero de 1959.
Desde aquel año, EEUU amenazaron la
independencia, la soberanía y la sobrevivencia de la Mayor de las Antillas por
60 años, utilizando diversos métodos y estrategemas: invasiones abiertas y
cubiertas, represalias biológicas y económicas, financiamiento de grupos subversivos
de paramilitares y terroristas, chantaje y calumnias. Pero no lograron
arrodillar al pueblo cubano, que gracias a su resistencia heróica según la mejor
tradición mambí, a sus principios socialistas y a su liderazgo paradigmatico,
imbuido por las ideas humanistas de José Martí, mantuvo su soberania nacional y
su dignidad intactas, porque Las armas
del juicio vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de
piedra.
Esa frase pertenece a su ensayo más
emblemático, escrito en 1891 y llamado Nuestra
América. El título signifíca una llamada a la unión entre los pueblos iberoamericanos,
como una forma de re-apropiación del nombre de América, usurpado por la América
anglosajona.
Martí advierte sobre el imperialismo y
expansionismo de los EEUU, a partir de la doctrina Monroe, nombrando
simbólicamente los EEUU como gigante de
siete leguas, tigre de afuera y pulpo.
Este enemigo todopoderoso aumentó su injerencia
y endureció su hostilidad desde la década de los 1990, cuando el bloque
socialista ya había caido y Cuba había perdido a sus mayores aliados política,
militar y económicamente. Sin embargo, el gobierno revolucionario y el pueblo
cubano no se rindieron: Aqui no se rinde
nadie, ¡carajo! Los cubanos salieron a pie del fortalecimiento del bloqueo
económico, comercial y financiero, por medio de las leyes Torriceli y
Helms-Burton, las cuales no solo endurecían las concecuencias perjudiciales
para la ecomomía cubana sino también castigaban de manera extraterritorial
entidades de otros paises que comerciaban con Cuba.
Últimamente, durante el gobierno extremista de Trump, estas medidas
punitivas y genocidas se fortalecieron aún más con el lanzamiento en vigor del
Título III de Helms-Burton, que previste reclamos por la vía judicial de
propiedades de ciudadanos estadounidenses desde la época batistiana y sanciones
a entidades extranjeras que utilicen estas propiedades como sede.
José Martí fue un patriota y revolucionario
cubano, pero veía más léjos que una tradicional lucha independista de caracter nacionalista,
hacia un proceso de levantamiento y emancipación de todo el continente, que
incluyera hombres y mujeres, indios, negros y blancos, personas libres y
esclavos.
Martí tuvo gran respeto y cariño al
Libertador, Simon Bolivar. En 1880 llega a Caracas y “sin sacudir el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se
dormía, sino como se iba adonde estaba la estatua de Bolivar...” (Edad de
Oro, Tres Héroes).
En la tierra natal de Bolivar, Venezuela, se
realiza la otra gran batalla de nuestros días: otro tentáculo del imperialismo
yanqui quiere acabar con la hermana Republica Bolivariana de Venezuela y su
gobierno legítimo, un gobierno que no acepta convertirse en títere como la
figura triste de un Guaidó y regalar a su recursos naturales a los intereses
empresariales de los EEUU y a la burguesía local, integrada por los herederos
de la antigua capitanía. El gobierno ha
de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de
gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. Palabras de
Martí hace casi 130 años.
Gracias.
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